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Cristina Gálvez llevaba tres años trabajando para la empresa Claro, vendía sobre 25 planes de celulares mensuales antes de la pandemia, y su lugar de trabajo eran las estaciones de El Metro. La enviaron a diversas estaciones, Vespucio Norte, Tobalaba, La Cisterna, Sotero del Río, Puente Alto y desde hacía un año laboraba en la estación San Pablo. El 3 de diciembre la despidieron por “necesidades de la empresa” tras denunciar condiciones insalubres en su puesto de trabajo.

Durante los primeros tres meses de la pandemia hizo teletrabajo y luego la mandaron a vender hasta en las ferias, y por casi ocho meses tuvo que salir prácticamente a buscar clientes a la calle, porque Cristina es de aquellas trabajadoras comprometida, capaz de tener bien “puesta la camiseta” por la empresa.

Hacía pocos meses que había retornado a trabajar al punto Metro, en la Estación San Pablo, y tuvo que encender la primera alerta al ver que le habían cambiado de posición el modulo. El nuevo lugar era inadecuado, porque quedaba justo debajo de una zona donde palomas que se instalaban allí lanzaban su excremento hacia abajo, ensuciando su modulo de trabajo donde ella vendía los planes de telefonía.  


Ya no sabía qué hacer, sentía vergüenza de tener que atender a los clientes en esas condiciones y que cayera caca de paloma encima de la gente


Metro y Claro

Al personal de la estación de Metro poco le importó la desagradable situación por la que Cristina estaba pasando y “solo se limitaron a limpiar el piso”, nos dice recordando con pena la falta de sensibilidad mostrada.

Conforme pasaban los días y la infeliz situación se repetía, decidió dar aviso a la supervisora de Claro, y como no hubo respuesta, acudió al jefe de la supervisora quien tampoco escuchó su queja; entonces ya cansada de la insalubridad en la que se veía obligada a prestar sus servicios, le mandó mensajes por Whatsapp al gerente de la empresa contratista ECR Group, quien no devolvió nunca los llamados.

Ya no sabía qué hacer, sentía vergüenza de tener que atender a los clientes en esas condiciones y que cayera caca de paloma encima de la gente”. Incluso, Cristina tuvo que tomar una licencia médica porque su estado de salud se estaba viendo afectado, hasta que le sobrevino una amigdalitis.  Es sabido que la inhalación de los excrementos de paloma puede transmitir hongos Cryptococcus, responsables de enfermedades como la criptococosis (infección pulmonar) y la neurocriptococosis (infección del sistema nervioso central).

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El Sindicato

Pese a todo, Cristina fue despedida como ejecutiva de Claro, y eso la afectó “por tener que salir de esa manera”. Tan pronto le avisaron de la desvinculación, acudió al Sindicato Complementos que reúne a los subcontratados de marcas del retail. Los dirigentes sí la escucharon y acompañaron a poner una denuncia ante la Inspección del Trabajo.

En la denuncia ante la Inspección del trabajo Cristina acusa “despido injustificado” y sin carta de aviso, además solicita que le paguen de forma íntegra las remuneraciones por ventas de los últimos  seis meses trabajados, pago de comisiones y devolución del descuento del seguro de desempleo. Adicionalmente, denuncia acoso laboral por parte de su supervisora María Padrón y a la empresa contratista faltas a las medidas de higiene, seguridad y salud en el trabajo.