Autor: Lilian Mendoza Palma
Ciudad: Arica
Título: «Flujograma de la Pandemia»
Premio: Tercer Lugar
Flujograma de la Pandemia
A comienzos de la pandemia en Chile, en la ciudad de la eterna primavera, estábamos muy expectantes de cómo nos afectaría el coronavirus y temerosos de padecerlo, ya que los contagios y los decesos, según las noticias locales, iban cuesta arriba, ¡debían tomarse todas las precauciones posibles!…y así ocurría en el supermercado Lider, por eso me sorprendió la noticia, un miércoles a media mañana, una compañera de la sección de lácteos, dio positivo para “COVID19”, nunca imaginé estar tan cerca del virus, ¡ si esas cosas pasan sólo en Santiago¡, pensé yo, bueno, la alarma fue total, se cierra inmediatamente el supermercado para la sanitización correspondiente, suspensión de labores, corre para allá, corre para acá, todos a sus casas, no sin antes anotarse en un listado para determinar los contactos estrechos con el afectado. Nunca vi tanta trifulca ni en un terremoto, buena era el primer contagio en el Lider, hoy en día, el que está positivo se va a cuarentena y por arte de magia no tuvo contacto estrecho con nadie y el supermercado ya no cierra sus puertas.
Para retomar mis labores me tomé el PCR, el cual salió negativo, pero de nada me sirvió, el protocolo del Lider me imponía tomar los 15 días obligatorios, entonces, fui a dar a Santa Isabel de Azola, el cual parecía un supermercado “de miedo”, oficinas oscuras, recepción cerrada, góndolas vacías, pocos cajeros, etc.. esto, porque la mitad del personal de los colaboradores y un grupo reducido de reponedores externos se encontraba en cuarentena preventiva, la causa, una fiesta sorpresa, en la cual la cumpleañera, dio positivo, lo que resultó con varios contagiados y un gran dolor de cabeza para la plana mayor…. ¡claro! Recuerdo al señor que pidió hablar con el encargado de local para reclamarle, la hora que demoró en ingresar y no encontrar nada de lo que necesitaba; tenía razón, daba pena ver un supermercado convertido en almacén… dejé de observar esta escena, la cara de incomodidad del encargado era elocuente.
A los días fui a trabajar a otro Santa Isabel, esta vez en el centro de Arica, y viví una situación digna de destacar, María, una mujer adulta mayor, parecía estar muy nerviosa, me acerqué y le pregunté si la podía ayudar, ella me mira y me pregunta ¿vio usted $10.000 que se me cayeron por aquí?… No!! Le respondí, pero busquemos!!, con otra compañera nos agachamos, miramos debajo de las góndolas, detrás de la mercadería, caminamos por los pasillos y nada.
Estábamos consolando a la abuelita, cuando se acerca una mujer joven, a averiguar lo que pasaba, la abuelita María, temblando de preocupación dijo que perdió el dinero que no era suyo, que le habían mandado a comprar comida para el bebé, ante esto, la joven le ofreció $5000 pesos para apalear la pérdida, otra mujer que miraba desde más allá, se acercó y le entregó $5000 más para completar el dinero perdido, pero la hija de la segunda mujer, le obsequió $5000 para que a la abuelita además le quedara dinero, por unos segundos la envidié, yo también tenía 0 pesos en los bolsillos,… ¡ah le obsequiaron también un monedero que se ajustaba a la muñeca.. Ahora así María lloraba de emoción, igual que nosotras, entre todos la consolábamos, no se preocupe le decían las damas, la plata va y viene, alégrese, porque esto es bueno para usted,.. Sentimos admiración por estas generosas mujeres y aplaudimos este noble y genuino gesto. Entretanto el Z del local, quien se había percatado de la situación, revisó las cámaras y se dio cuenta que la abuelita no había extraviado el dinero, sino que lo dejó en una canastilla, que luego olvidó. Entonces el dinero apareció!! Y fue devuelto a la abuelita, no tengo la menor duda que la abuelita María necesitaba el dinero, por eso Dios hizo esta obra para ella.
Esta pandemia me hizo reflexionar en que la vida es un camino a largo plazo, en donde somos maestros y alumnos; unas veces nos toca enseñar y todos los días nos toca aprender.
Datos de la autora:
Lilian Mendoza, de 55 años, es de la ciudad de Arica y pertenece al Sindicato Complementos desde hace tres años. Trabaja para la cuenta Sorpole en la misma ciudad.
Nos cuenta que su motivación para participar del concurso fue atraverse e incursionar en la literatura basándose en una anécdota.